Mi primera aventura...

AUTORA DE 'MI PRIMERA AVENTURA'

Isabel Agúndez: "Es imposible concebir este libro sin el padre Pacífico"

NACIO EN MALPARTIDA DE CACERES, HACE 57 AÑOS. TRAYECTORIA AFICIONADA A LA PINTURA Y A LA LITERATURA. HA ESTADO VINCULADA ADEMAS A VARIOS COLECTIVOS COMO LOS HERMANOS DE LA CRUZ BLANCA. EN 1998 FUNDO LA ORGANIZACION DE AMIGOS DE MOZAMBIQUE

26/09/2008 ROCIO CANTERO

En casa Isabel Agúndez, con su obra, Mi primera aventura.
Foto:JAVIER CALDERA

A Isabel Agúndez le cuesta ver la palabra ´escritora´ ligada a su nombre. "Yo soy una ama de casa y una madre de cinco hijos a la que le gusta escribir", afirma en varias ocasiones durante la entrevista. Y como madre, fue elaborando Mi primera aventura , el libro (a la venta ya en librerías) con el que ayer se estrenó como escritora.

--Habla de una aventura significativa, la primera

--Pero Mi primera aventura , son en realidad dos. Una es la historia del libro, la aventura de Luis, un niño de 9 años que va por primera vez a un campamento. Pero el título también hace alusión a la aventura que ha supuesto para mí escribir este relato, porque es mi primer proyecto literario publicado, y hacerlo no ha sido fácil.

--Entonces en realidad son tres aventuras.

--Sí. Comencé a tomar notas cuando visitaba a mis hijos en los campamentos del padre Pacífico, en Descargamaría. De algunas hace más de 20 años. Hice un borrador, que estuvo guardado hasta que hace dos años empezamos a intentar publicarlo.

--¿Eso fue lo complicado?

--Ha sido lo más difícil. He tenido que llamar a muchas puertas porque no soy escritora. Yo soy una ama de casa y madre de cinco hijos a la que le gusta escribir.

--Y pintar

--Sí. El libro contiene varias ilustraciones hechas con carboncillo, que recogen lugares significativos del campamento.

--Y para concebir todo eso se metió en la piel de un niño.

--Claro, para poder verlo todo con sus ojos; con la inocencia y la curiosidad que tiene un niño.

--En la foto de la portada aparece el campamento del padre Pacífico en Descargamaría.

--Es que ahí transcurre toda la acción. En realidad el libro son muchas pequeñas historias y anécdotas que he ido recopilando en las visitas que he hecho a mis hijos durante su estancia en los campamentos. Iba preguntando a todo el mundo y anotaba lo que me contaban en una libreta. Otras anécdotas me las contaba el propio Pacífico, al enterarse de que estaba recopilando información para un libro. Sería imposible concebir este libro sin referirme a él.

--¿Por eso se lo dedica a él?

--Es mi homenaje. Su nombre no aparece en relato, pero sí su figura, lo que representó. Como madre de cinco hijos que pasaron por sus campamentos quería agradecerle todo lo que les ha dado. Por eso la ´espinita´ que me queda es que no pueda acompañarnos en este día (se emociona). Sé que le hubiera gustado verlo igual que le gustó el borrador cuando lo leyó. Me animó mucho. Cuando se retrasaba tanto su publicación, siempre me decía "no te preocupes que se publicará en su momento". Por todo eso, el dinero que genere este libro será para la asociación Amigos de Pacífico.

Publicado en el Periódico Extremadura el día 26-9-08.

El giro de una vida


El giro de mi vida fue cuando dejé a mis padres y al campo. En 1946. 10 años después de una guerra civil. Hundidos en el olvido. Trabajando para el Estado más que para comer en casa. Cualquier decisión tomada tenía en si misma explicación. En esos años no se pensaba, ni en los padres, ni en las tierras; sino en cómo llenar el estómago y cómo adquirir conocimientos. No me costó separarme de los míos. Pasaron 14 años sin poder volver al pueblo. Al salir tenía 13 años y al volver 27.

En el año 1960 la gente te miraba con un respeto inusitado, como de veneración. Sin embargo yo seguía siendo el hijo de Fernando “pata palo”. Fue como les sucedió a los primeros seguidores de Jesús. La gente se les arrodillaba, y ellos les decían: Soy uno más entre los hombres.


La magia de Antonio



Me preguntaron una vez qué magia me hubiera gustado tener. El malogrado Antonio González Torres, mi amigo del alma, se convirtió en calzado seguro para mis pies. En una tarde borrosa, pensando en mí, escribió:

Pachi es como un niño,
Pachi es un señor,
Pachi cuando canta
es pura ilusión.
Gusta de los chistes,
es un juguetón,
juega con los niños, y soñó...
Soñó que el blanco con el negro,
el rico con el pobre
firmaron la paz...
Y soñó que no existen violencias
que el niño mira al cielo,
que el hombre es feliz,
que el hombre es feliz.
Ama las alturas,
las montañas y el sudor
de los que trabajan
de sol a sol.
Es hombre de gentes,
es un bonachón,
sueña cuando habla, y soñó...
Soñó que el blanco con el negro,
el rico con el pobre
firmaron la paz...
Y soñó que no existen violencias
que el niño mira al cielo,
que el hombre es feliz,
que el hombre es feliz.

Más tarde le puso música, lo grabó en una cinta y con cariño me lo regaló. Todo lo que hacía por mí era fruto de un corazón locamente enamorado. Magia que me hubiese gustado haber heredado de él.



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Nota del que se encarga del blog: Estuvimos buscando la letra de la canción para cantarla el día de su funeral. La letra no apareció. Por más que la buscamos no la encontramos, ni entre sus textos ni entre las canciones de “toda la vida”. Pienso que a lo mejor Pacífico no quería que la cantáramos ese día para no hacerle llorar. No sé. Hoy me la encontré revisando sus papeles y la traigo aquí para todos.

Antonio González Torres fue uno de nosotros, de los primeros de nosotros. Hace ya muchos años, al final del verano, se ahogó. Pero antes salvó del que instantes después sería su destino definitivo a un niño (o a dos, que no me acuerdo bien). Sin embargo, sí recuerdo que Pacífico durante muchos años no “permitió” que cantásemos esa canción, quizás porque se emocionaba hasta la lágrima al oírla, quizás porque el recuerdo de la memoria de Antonio era muy duro: Ese sí dio su vida por los demás, me dijo en alguna ocasión.

Si estoy equivocado en algo, no dudéis en corregirme. O en ampliar la historia.

Un abrazo.

El día después…




Hoy ya es el día después, padre. Hoy continuamos con el camino, huérfanos de tu presencia corporal pero llenos de tu esencia. Será mucho más duro, pero no importa. Hoy volvemos a las rutinas sin olvidar que nos falta mucho por hacer, mucho por pedir, mucho por aprender. En esta tu casa virtual se seguirán insertando tus escritos, los que dejaste sin publicar y los que fueron editados en su día en otros foros. También los de aquellos que tengan algo que decirte, algo que preguntar, algo que reclamar, que para eso estás ahora en un lugar privilegiado y te será más fácil interceder por nosotros ante el que manda. Pero pídeselo bien, no se lo exijas, no hagas de las tuyas y piensa que Él tiene que atender también a otra gente.

La que preparaste ayer fue apoteósica, como siempre. ¡Qué te voy a contar si noté cómo sonreías desde lo alto del retablo! Muchos de ellos lloraron, pero creo que era de alegría, por ver a tanta gente reunida con un mismo fin, por encontrarse de nuevo con los amigos de siempre, por recibir otra vez abrazos y besos de los buenos. Allí estuvieron todos, unos en cuerpo, otros en alma, para contarte lo que querías oír. Sí, ya sabes, quien quiera entender, que entienda…

Traigo unas cuantas de tus palabras. No sé por qué éstas, pero seguro reconfortarán a más de uno. Nos hacen mucha falta. No olvides que somos débiles.

A los Amigos de siempre;
a los que un día pasasteis a formar parte
en mis memorias, con nombre y apellidos,
porque con vosotros hice parte del camino,
en campamentos, pascuas, acampadas
y viajes por el extranjero.
Os llamo Amigos, sin rubor y con mayúscula,
porque lo sois;
porque con vosotros disfruté,
y quiero seguir disfrutando.
A vosotros me dirijo, como un “loco”.

Muchos y gratificantes son los pensamientos que afloran en mi mente al recordaros. Recuerdo como escenarios por los que nos movíamos: La Iglesia, los centros, la cancha de baloncesto, los ríos en los que nos chapuzábamos, la finca de “los Domarcos”, la ermita de la patrona Nuestra Señora de Gracia. Y un montón de amigas y amigos que me enseñaron a vivir. Vuestros nombres permanecen escritos en mi corazón: Para siempre.

 
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