Campamento


Otra de las formas que creí acertadas al encarnarme en la juventud fue el alistarme en su lucha contra todo tipo de esclavitud. Como representante del bando de la oposición: Los padres, los profesores, los políticos de turno, la jerarquía eclesiástica, los medios de comunicación, siempre en manos de los mayores. Les indiqué la manera más fácil de romper los barrotes de la jaula sin que el contrario cayese en la cuenta. Empecé consiguiendo que los padres viesen bien que sus hijos pasasen los finales de semana –en cualquier estación del año- durmiendo al aire libre, bajo tiendas de lona o en refugios.

Llegar a montar un campamento, al comienzo sin los mínimos para ello. Hacerles ver que eran ellos los implicados, los hacedores y los responsables de todo lo que allí sucediera. Que aunque yo fuese clave para que se les abriesen ciertas puertas; sin ellos yo no pintaba nada en aquel lienzo blanco. La garantía de un campamento mixto no la da un mayor si los jóvenes no se prestan y colaboran a ello. Pero aquí no se puede andar con enredos o medias tintas: Hay que mojarse si se quiere pescar; hay que arriesgarse, ponerse en peligro, gastar horas a su lado sin imponer mis ideas, hablar y seguir su conversación; hay que llegar a creer que hasta pueden tener razón en los planteamientos de sus ideas. Una vez que te hayas ganado el puesto entre ellos, puedes, en cierto modo, ser el freno de su potro. Sólo al partir de esta línea serás escuchado y tenido en cuenta.

Hoy, 10 de marzo...


Hoy, 10 de Marzo de 2003, el “Ingeniero” de la Vida, ha colocado en la mía el poste número 70. Le ha dado luz para que me alumbre un año más. De nuevo ha sido benévolo conmigo. Inabarcables son los designios de Dios, inconmensurable su misericordia.

Es de recibo que en este día, con veneración evoque la memoria de mis padres. A ellos me debo y les soy deudor por lo mucho que se sacrificaron. Nací en año 1933; la guerra civil estaba a las puertas. A España le esperaban años difíciles para poder sobrevivir.

Fui el remate como faena de padres. Fui el último de siete hermanos. A los 13 años me consagraron a Dios: Me fui al Seminario Franciscano en la Provincia extremeña de Badajoz. Mis padres Fernando y Ángela ya se fueron a la casa del Padre. Allí me esperan para el día del banquete final. Allí todos llevaremos la misma túnica. Se nos distinguirá como hijos de Dios. Allí no habrá distinciones.

Han sido muchos los que se han acordado de que hoy es mi cumpleaños. El primero en llamar fue...

 
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