El loco…


No sabía cómo llamarme, pero lo ha conseguido. En esta vida si se quiere hacer algo que merezca la pena, un tiene que ser un poco loco. Emprender algunas de las actividades que recoge en su pregunta es ponerse entre la espada y la pared: Muchos riesgos y demasiados frentes a la vez. Su asombro se apoya en los negocios de esta vida. Pero cuando se trabaja con la mirada elevada, el riesgo tiende a desaparecer. Decía el Señor: “Venid a mí los que estáis cansados y agobiados y aprended de mí”.

Quiero decir que para hacer lo que yo hago hay que confiar más en el que está por encima de nosotros y dejarse guiar un poco más por él. Sólo entonces, todo es más fácil. Recuerdo que, en más de una ocasión caí desvanecido al suelo, al finalizar la jornada de las clases: No había tenido tiempo para comer; que los sábados amanecía con los dedos sobre el teclado de la máquina de escribir, para tener a punto la “hoja de ruta”, que debía entregar a los jóvenes los sábados e la reunión de la tarde.

No niego que se pueda nacer con virus, pero en mi caso, toda mi labor no creo que se deba a la fuerza de los genes heredados, ni a un capricho, ni a no tener en qué emplear mejor el tiempo. Puedo decir sin engañar ni engañarme, que llegué a la vida desnudo tanto de cualidades físicas, como intelectuales. Me decían mis hermanos que, en casa, nadie apostaba por mí un ochavo. Creo que la principal razón para irme con los frailes, no fue mi capacidad intelectual, que no la encontraban por parte alguna, sino el hecho de no soportar la vida del campo.

Cuando los primeros pasos se dan con genio, los demás los da la misma naturaleza. Ella se encarga de abrirse camino para la vida. Porque más discurre un hambriento que cien letrados. Lo mío se debe a haberme dado cuenta a tiempo de mi falta de cualidades. Metido en una forma de vida que, a la vez que me alucinaba, me hacía creer que le podía sacar partida, me ayudó a seguir adelante. Porque en la vida “no es más rico el que más tiene, sino el que menos necesita”.

2 comentarios:

Chely dijo...

Siento una pena enorme, porqué este año no podré felicitarte la navidad. Mi felicitación irá directamente al cielo. Tengo guardadas como si de un tesoro se tratara todas tus tarjetas y cartas. Recuerdo la de hace 2 años que nos decías: "EL BELÉN QUE DIOS QUIERE PARA NACER DE NUEVO ESTÁ EN NUESTRO CORAZÓN. PONEDLE PAÑALES DE AMOR Y MANTAS DE SERVICIO A LOS DEMÁS; CANTADLE LA CANCIÓN DE LA LIMOSNA Y DORMIRLE CON EL SUEÑO DEL COBIJO." El año pasado fue por teléfono porque me contabas que la vista ya no te acompañaba. Para mí eran unas navidades distintas, pero Tú estuviste a mi lado, animandome. Te pregunté cómo estabas, y me dijiste: "No, ¿cómo estás tú?" Con mi eterno agradecimiento.
Consuelo

IAgundez dijo...

Si pienso en lo que quieres que yo haga.
Si tengo que hacer caso a tus palabras.
si quieres que te diga lo que siento.
Es de locos, es de locos.
De todas formas sé que es necesario, andar contra corriente en esta tierra.
Y es que en el fondo merece la pena
Estar loco, estar loco.
Me apunto a tu locura que me mostro a un Dios de Amor.
Me apunto a tu locura que me quito cadenas.
Me apunto a tu locura que me hizo decir ¿y por qué no voy a poder?
Bendito seas y bendita sea esa locura que te hizo ser un hombre bueno.
Te quiero y nunca me cansare de decírtelo.
isabel agundez

 
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