La vida consagrada...


La forma de la vida consagrada es un lujo para la Iglesia y, por repercusión, lo ha de ser para el mundo. Como humanos somos muy dados a todo tipo de selección: Buenos y malos, mejores y peores, consagrados y no consagrados, infierno y cielo. Digo que humanamente hablando hasta es correcto, no hay nada que objetar. Aunque, posiblemente en la mente de Dios no lo sea tanto. Por eso nos es bueno bucear en el lago de las aguas claras y azules de Dios hasta llegar a identificarnos con él. Posiblemente escuchándole a Él lleguemos a entender el pasaje del Evangelio que dice: “Mirad las aves del cielo que sin sembrar comen; y los lirios del campo, sin hilar y sin pintar, lucen los más bonitos colores.

La locura de la manifestación de Dios en todo lo que está hecho ha sido interpretada por las criaturas a la medida de su pobre capacidad. Por lo que, en las distintas formas en que éstas se manifiestan, sólo hay que ver un intento de actuar de un Dios empobrecido y achicado por el ser humano. No somos más, ni somos menos de lo que en cada uno hay de Dios. Por eso nos sorprenden unos y otros con sus formas de dejar vivir a Dios en ellos mismos. En cualquier forma de vida hay fallos y hay aciertos, en más o menos abundancia, con más o menos libertades, con más o menos sonrisas y lágrimas, con más o menos Dios en sus bocas y sus ojos, con más o manos confianza en la Providencia. Ésta siempre responde; es fiel a la oferta y a la demanda de cada ser. Sólo cuando nuestras vidas son entregadas –decimos los hombres de fe- al Evangelio, la Providencia no falla. Y si falla es porque nuestras vidas son entregadas sólo en apariencia.

1 comentario:

IAgundez dijo...

Pacífico estoy totalmente de acuerdo contigo en lo de la Providencia. A mi nunca me ha fallado y creo en ella firmemente.
Desde luego una vida consagrada como la tuya, no solo es un lujo para la Iglesia, también lo es para todos los que hemos estado a tu lado y hemos escuchado hablar a tu corazón.
Yo he sido durante muchos años una observadora de tus palabras y sobre todo de tus hechos y para mi, ha sido un lujo tenerte tan cerca. He aprendido de ti a amar a un Dios real y verdadero, un Dios cercano que me ayuda a caminar cada día.
La sencillez de tu vida, tu gran amor a Dios,incluso tu reveldia ante ciertas cosas, me han hecho mejor cristiana y mejor persona.
Algun día todos los que te hemos querido deveríamos poner en un cuaderno lo que de ti hemos aprendido, para darnos cuenta de la buena semilla que has dejado en esta tierra.
Un beso hacia el cielo que ahora habitas.

 
subir