¡HOLA!

Soy Inés María Jurado Fernández.

Nací el día 4 de Noviembre de 2006 en Triana.

He recibido el bautismo el día 20 de Enero de 2007, víspera de Santa Inés, en la Parroquia de Nuestra Señora del Mar, de Sevilla.












INTERVENCIÓN DE PACÍFICO:

Rocío y José María, sobran las palabras cuando estas están avaladas con los hechos.

Más de uno de los presentes se estará preguntando:

¿Qué pinta ese anciano aquí?

Yo intentaré sacarlo de su asombro:

Guardando las distancias con el Anciano Simeón, que cumplido el tiempo marcado por la ley, María y José, padres del Niño lo tenían que llevar al templo para ponerle el nombre de Jesús, como el Ángel les había indicado antes de ser concebido en el seno de María.

Había en Jerusalén un hombre llamado Simeón; este hombre era justo y piadoso, y esperaba la consolación de su pueblo. Le había sido rebelado por el Espíritu Santo que no vería la muerte antes de haber visto al Cristo del Señor. Por eso acudió al templo y tomando en brazos al Niño, bendijo a Dios diciendo las palabras que yo voy a decir con Inés María en mis brazos:


Ahora, Señor, según tu promesa,
puedes dejar a tu siervo irse en paz.
Porque mis ojos han visto a tu Salvador,
a quien has presentado ante los pueblos:
Luz para alumbrar a las naciones
y gloria de tu pueblo.



INTERVENCIÓN DEL PADRE DE INÉS MARÍA

Santa Inés.


Enero blanco, el brezo prende mechones de lana en los colmillos acerados, la escarcha inmaculada se tiñe de púrpura, de violeta: gota a gota el cuello yugulado del Cordero, colgado de un garfio impunemente, ha impregnado la tierra con su sangre qui tollis pedcata mundi. Ojos azules en la noche cándida, la víspera de Santa Inés las doncellas núbiles vislumbran en sueños el semblante de su esposo futuro: encantamientos boreales bajo el árbol de navidad. Agnes de Roma ha atisbado el rostro del Hijo del Hombre y la brutal columna: el látigo, la tenaza, el oficio de tinieblas que celebraban los depravados cónsules de la sorna, el inmundo lupanar para quemar a Dios. Un tallo de lavanda perfuma el cajón donde guardamos las estampas de los mártires, hay un rincón en el huerto para las azucenas tronchadas por la carne, hay una nube de incienso que sube como una cabellera o un himno, y no es inútil la pureza, mas extraña. Tiemblan los rebaños, el hisopo riega el vellón para tejer los palios arzobispales, el agua del Jordán baña la cabeza de mi hija.

2 comentarios:

José María JURADO dijo...

Gracias, Pachi, tu presencia fue una bendición.

Anónimo dijo...

!Que bonito! Felicidades, la niña es preciosa. Isabel Agúndez

 
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